¿Quién toma las decisiones en el CDB? El creciente poder de las empresas en la protección de la biodiversidad

Fuente de la ilustración: Global Forest Coalition
Por Philip Seufert, FIAN Internacional 

(Este artículo se basa en los debates mantenidos durante un seminario virtual de OSC organizado por FIAN Internacional en mayo de 2022.)

Los próximos meses mostrarán si las y los líderes mundiales están dispuestos a acordar un marco global de biodiversidad (GBF, por sus siglas en inglés) que contenga medidas audaces para garantizar un futuro sostenible y justo para la humanidad y toda la vida en la Tierra. Mientras las Partes y otros actores se reúnen en Nairobi para lo que podría ser la ronda decisiva de negociaciones, cabe preguntarse quién influye realmente en las decisiones que se toman en el CDB: ¿son los gobiernos, los titulares de derechos o las empresas?

Al asistir a las últimas reuniones del CDB, no se ha podido evitar de notar el gran número de actores corporativos y empresariales. Mientras que algunas personas dirán que la colosal tarea de detener y revertir la pérdida de biodiversidad requiere la participación de todos los actores, también debemos ser muy cautelosos con las implicaciones.

En 2015-16, algunas investigadoras y investigadores de la sociedad civil hicieron públicos los Gene Drive Files (disponibles en  http://genedrivefiles.synbiowatch.org). Estos documentos mostraban cómo actores corporativos y filantrópicos habían gastado millones de dólares para influir en las decisiones del CDB sobre el uso de esta nueva y peligrosa tecnología. Esto provocó un escándalo en su momento e hizo que el CDB instaure normas sobre el conflicto de intereses.

Los métodos incluían la colocación de científicas y científicos favorables a la tecnología en los grupos de expertos del CDB, la organización de eventos para publicitar los supuestos beneficios de los impulsores genéticos y la financiación de la participación de delegadas y delegados en las reuniones del CDB. Las asociaciones público-privadas, la financiación privada, los grupos de presión agresivos y la producción y difusión de pruebas ‘científicas’ cuestionables (‘ciencia basura’) son otros métodos aplicados para socavar los procesos democráticos. Otra forma importante de influir en las decisiones es acuñar conceptos y enmarcar el debate de forma favorable a las empresas. En el contexto de las negociaciones del GBF, las ‘soluciones basadas en la naturaleza’ (NBS) son una de las frases de moda que suena atractiva, pero se basa en una definición vaga, en afirmaciones científicamente cuestionables sobre el potencial de mitigación de los ecosistemas, en salvaguardias débiles y que está orientada principalmente a los sistemas de compensación, que vinculan cínicamente la protección de la biodiversidad directamente a la extracción. Como tal, las NBS corren el riesgo de convertirse en una licencia para seguir actuando como siempre.      

Si las empresas y sus operaciones contribuyen en gran medida a la pérdida de biodiversidad y a la destrucción de los ecosistemas. Además, las empresas son responsables ante sus accionistas, a quienes pagan dividendos. Esto es muy diferente de la responsabilidad de los Estados de defender los derechos humanos y el interés público. Dar prioridad a las necesidades de los pueblos indígenas y las comunidades locales como titulares de derechos debe ser la estrella que guíe las negociaciones de esta semana.